Aliados en la lucha: cómo podemos erradicar la explotación sexual infantil
Existe un delito grave no tan fácil de detectar, pues es casi invisible y silencioso, que atraviesa fronteras. Entre las víctimas más afectadas, destacan las niñas, niños y adolescentes (NNA), debido a su inocencia y vulnerabilidad. Hablamos de la trata de personas, en particular la que tiene fines de explotación sexual comercial; ambos términos suelen citarse en distintos espacios, pero no siempre se entienden ni quedan claras sus dinámicas.
Luego de la conmemoración del Día Mundial para la Prevención de la Explotación, el Abuso y la Violencia Sexuales contra los Niños y la Sanación de sus Efectos (18 de noviembre), así como del Día Nacional Contra el Abuso Sexual Infantil (19 de noviembre), vale la pena repasar algunos aspectos básicos sobre tan delicado tema, con el fin de visibilizar el problema en su justa dimensión e impulsar medidas de prevención y detección oportuna de este delito.
De la trata de personas a la explotación sexual infantil
En concreto, la trata de personas consiste en captar, transportar o acoger a personas utilizando la violencia, el engaño o la coacción con el fin de explotarlas. Denominada en inglés como trafficking in persons, de acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC), tiene tres elementos fundamentales: el acto como tal, los medios para cometerlo y la finalidad del ilícito. Las personas que llevan a cabo estas acciones son consideradas traficantes, quienes para controlar a sus víctimas emplean tácticas como el abuso físico y sexual, el chantaje, la manipulación emocional o el retiro de documentos oficiales.
Por otra parte, en palabras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la explotación sexual infantil es una flagrante violación de los Derechos Humanos, que ocurre cuando una o más personas involucran a niñas, niños y adolescentes en actos sexuales para satisfacción propia o de otros; a cambio de cualquier tipo de beneficio como dinero, protección, regalos, etcétera.
¿Por qué debería preocuparnos?
De acuerdo con el último reporte acumulado del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a octubre del 2023, en México se han reportado 840 casos de trata de personas en general (sin distinguir edad o fin). Y de enero del 2015 a agosto pasado, 2,310 menores de 0 a 17 años (1,711 mujeres y 599 hombres) fueron víctimas de trata de personas en el país; según un análisis de la Red por los Derechos de la Infancia en Mexico (REDIM), a partir de datos del SESNSP.
Por otro lado, al llegar a nuestra región en el 2021, la organización A21 ubicó a México como el tercer país con más casos de trata de personas con fines de explotación sexual y mendicidad de menores, sólo por detrás de Tailandia y Camboya.
Cabe destacar que México es uno de los mayores destinos del mundo, ocupando a nivel Latinoamérica el primer lugar en arribo de visitantes internacionales. Este escenario es propicio para el turismo sexual infantil, un mercado que existe porque hay demanda: personas que viajan específicamente con el propósito de buscar encuentros sexuales con menores, facilitados por redes de trata que operan en o cerca de los centros turísticos.
En este contexto, ONU Migración señala que “la mayor parte de la trata está sucediendo, de hecho, a través de los puntos fronterizos oficiales”. Por lo que además de las corporaciones de seguridad y agencias migratorias, también los proveedores de servicios en puntos como los aeropuertos pueden desempeñar un papel crucial para identificar víctimas potenciales de este delito, y brindarles protección y asistencia en caso de confirmarse.
Para las aerolíneas, un simple pase de abordar puede convertirse en una vida salvada de la explotación, siguiendo protocolos que les permitan detectar posibles casos de este delito en todas las etapas del vuelo. Las compañías del sector que se han vuelto un referente al respecto, son las que se han sumado al “Código de conducta para la protección de los niños frente a la explotación sexual en el turismo y la industria de viajes”, mejor conocido como “The Code”: iniciativa cuya misión es proporcionar herramientas y apoyo a la industria del turismo para prevenir la explotación sexual de NNA.
Al convertirse en miembros de “The Code”, creado por la organización sin fines de lucro ECPAT (siglas de End child prostitution, child pornography and trafficking of children for sexual purposes), las empresas de viajes y turismo obtienen acceso a recursos para mantener a los infantes seguros en sus operaciones diarias. En este sentido, Volaris es la primera aerolínea en Latinoamérica y la segunda a nivel mundial en implementar este código. Desde que se unió a “The Code” en 2013, ha rescatado a 13 NNA; cuatro de ellos, en el 2022 y lo que va del 2023.
El camino para erradicar este delito aún es largo. Afortunadamente, ya existen rutas trazadas con la esperanza de que cada vez más aerolíneas emprendan el vuelo hacia un futuro libre de trata de niñas, niños y adolescentes, tantocon fines de explotación sexual comercial como otros.
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