“Boy Erased” presenta la ignorancia con empatía

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“Boy Erased” está basada en la historia verídica de un joven, Garrard Conley, cuya familia baptista lo sometió a una terapia de conversión para “curar” su homosexualidad cuando tenía 19 años. Conley relató su experiencia en un libro de memorias que el actor, guionista y director Joel Edgerton llevó al cine de manera admirable y radicalmente empática con todos sus personajes, incluidos los villanos.

En la película, el protagonista se llama Jared Eamons quizás para distanciarlo un poco de los personajes de la vida real. Es interpretado con profunda ternura por el talentoso actor Lucas Hedges, quien aún no ha encontrado un papel que no pueda dominar. Sus padres son Marshall Eamons (Russell Crowe), un respetado pastor local y vendedor de autos en Arkansas, y Nancy Eamons (Nicole Kidman), una esposa diligente y madre preocupada con una afición por la ropa de buen gusto.

Son el tipo de familia que, ante la información de que su hijo único podría ser gay, no solo se opone a la idea, sino que cree que es un pecado, una opción y una aflicción que puede ser curada, a la par de la violencia doméstica, el alcoholismo y la pedofilia. Pero también son el tipo de familia que cree que esta mentalidad deriva del amor, no de la intolerancia ni de los prejuicios.

Así que, luego de llorar y consultar con hombres de la iglesia que han “lidiado” antes con cosas como ésta, Marshall decide enviar a Jared a un centro de terapia de conversión para que lo arreglen en un programa dirigido por un hombre llamado Victor Sykes (interpretado por el propio Edgerton). Esto no quiere decir que el filme no tenga un punto de vista, solo que no se apresura a demonizar a quienes ponen a Jared en esta situación. Los administradores del centro (incluyendo a Flea como un expresidiario ahí para forzar a los chicos a que obedezcan) lo hacen bastante bien por sí solos, sin ornamentación externa ni artilugios.

La historia es contada de manera lineal, salpicada con varios flashbacks mientras Jared lucha con lo que ha atravesado (incluyendo un incidente increíblemente traumático y terrible del que no escribiré más aquí), lo que ha sentido y lo que quiere hacer. Como espectadores no vemos mucho del diálogo interno de Jared, pero se percibe un verdadero conflicto en su interior. Es un buen chico acostumbrado a complacer a sus padres, y ahora, aunque no sea su culpa, ha logrado decepcionarlos y carga con esa vergüenza.

El centro se va convirtiendo en un lugar de horrores con el pasar de las semanas, pero hay un rayo de esperanza mientras Nancy, quien lleva y trae a su hijo a las sesiones mientras se alojan en un hotel local, comienza a investigar sus filosofías y técnicas. Es un arco que no vi venir y que justifica por qué alguien tan brillante como Kidman era necesaria. Incluso Crowe, quien está mayormente ausente, proporciona unos pocos minutos de emoción conmovedora hacia el final de la cinta.

Uno desearía conocer un poco más a cada personaje, en especial a los compañeros de terapia de Jared (Troye Sivan, Jesse LaTourette y Britton Sear entre ellos), pero el filme mantiene al espectador a cierta distancia.

Para Edgerton como guionista y director, “Boy Erased” es una continuación muy fuerte aunque menos ostentosa a su última película, “The Gift” (“El regalo”), un tenso thriller que no podría ser más diferente de esta cinta. “Boy Erased” es sin duda más importante, sin embargo, y aunque por momentos es difícil de ver, está hecha con un amor y una sensibilidad tan evidentes que resulta difícil imaginar que un ser humano no se sienta conectado de alguna manera, y quizás incluso aprenda algo en el camino.

“Boy Erased”, un estreno de Focus Features, tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años vayan acompañados de un adulto) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por su contenido sexual, incluyendo una escena de abuso; lenguaje soez y breve uso de drogas. Duración: 114 minutos. Tres estrellas de cuatro.

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