Educar con ciencia en condiciones adversas

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Lorena toma el micrófono, explica las causas de los sismos y los movimientos que se presentan durante estos fenómenos. Frente a sus compañeros, profesores y padres de familia, hace un análisis del terremoto del 7 de septiembre de 2017, con epicentro en Pijijiapan, Chiapas.

Apoyada con una maqueta, la alumna de cuarto grado de la escuela primaria Revolución Mexicana representa los movimientos de la Tierra y continúa con la exposición que forma parte de la “Evaluación pública y feria de las ciencias” que realizan alumnos de primero a sexto año de la institución.

La primaria, ubicada en la tercera zona de mayor peligrosidad de la capital oaxaqueña, emprendió hace cuatro años un proyecto educativo sustentado en valores universales y ciencia.

Respaldados por la Casa de las Ciencias de Oaxaca (Cacio), los profesores de esta institución han dado un giro a su práctica educativa: a partir de un acontecimiento significativo para los alumnos, se realiza una planeación que correlaciona los contenidos educativos, explica el director, Erasto Guzmán Rosales.

Y mientras los 350 alumnos de la institución se aprestan a colocar mesas para mostrar sus experimentos, el maestro asegura que el trayecto no ha sido fácil, puesto que han tenido que vencer resistencias y sensibilizar a los padres de familia.

“Por la alta actividad sísmica que se ha registrado en la entidad el año pasado y en lo que va de este 2018, los profesores y alumnos trabajaron un proyecto didáctico sobre el tema y en torno al fenómeno se abordaron todos los contenidos de las asignaturas”, indica.

Además de haber trazado una nueva estrategia en materia de enseñanza, la escuela ha emprendido actividades extracurriculares, tales como talleres de pintura y lenguas indígenas (chinanteco y zapoteco).

Dentro de la promoción de valores destacan los minimaratones, clases de futbol y deportes, además del cuidado del medio ambiente y de la salud (la escuela cumplió once años de haber prohibido los alimentos chatarra).

Los resultados de esta nueva forma de educar son visibles ya en la institución, asegura el director.

“Hemos disminuido los niveles de violencia dentro de la escuela. Antes teníamos hasta 60 casos de agresiones por mes entre los niños —física, verbal, psicológica— y actualmente registramos un caso al mes. Nuestros alumnos han aprendido a mediar, a dialogar, incluso en los partidos de futbol no cometen faltas. Hemos ido avanzando”, sostiene.

La ciencia en la escuela

Detrás de la primaria Revolución Mexicana se encuentra el proyecto de la Cacio, mismo que forma parte del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) y que promueve una propuesta pedagógica y didáctica denominada La Ciencia en la Escuela.

El colectivo de la Casa de las Ciencias se integró a inicios de este milenio (2000) por jefes de enseñanza: Roel Salinas Antonio, Rogelio Vargas Garfias y Flor de María Ramos Navarro, con la asesoría del investigador educativo M. en C. Juan Luis Hidalgo Guzmán, con el propósito fundamental de transformar las prácticas de aula de los docentes en servicio.

Así lo explican en entrevista los coordinadores, quienes indican que en 2008 se consolidó la Cacio, como una institución que actualmente cuenta con un jardín educativo, dentro del cual se encuentra un orquidiario, cactáceas, plantas medicinales y otras que se utilizan para la cocina tradicional.

Además, el espacio ubicado en el municipio conurbado de San Sebastián Tutla cuenta con un estanquillo de objetos tecnológicos de diferentes épocas; área de astronomía; terraza en la que se recrea la nixtamalización del maíz; inventario de las principales variedades de plantas de México y Oaxaca; área de matemáticas y experimentos; entomología; taller de instrumentos musicales de barro; biblioteca de la tercera cultura; área museística con restos fósiles y vestigios arqueológicos.

Sin embargo, los profesores coinciden que más allá de las instalaciones y actividades que realizan en la Casa (entre ellas visitas guiadas, campamentos científicos, noches astronómicas, observación de fenómenos celestes, reconocimiento de flora y fauna), el principal objetivo de sus integrantes es la asesoría para la implementación del proyecto La Ciencia en la Escuela.

A lo largo de los años, indican, se ha promovido la transformación educativa en unas 500 escuelas de educación inicial, primaria y secundaria, de las regiones de Valles Centrales, Istmo, Sierras Norte y Sur, así como en la Costa.

La Cacio, explican, tiene tres líneas de trabajo: la alfabetización científica y tecnológica, que se refiere a un programa permanente de formación para maestros; la divulgación de la ciencia, que suscita un conjunto de acciones para construir una cultura científica; y la línea editorial, que genera propuestas teóricas a partir y en torno a la propuesta La Ciencia en la Escuela.

“Las bases teóricas que dan sustento al colectivo son el cognoscitivismo, constructivismo, heurística, aprendizaje comprensivo, enseñanza problémica y aprendizaje situado, las cuales permiten generar sentido en el aprendizaje, construir conceptos científicos y desarrollar habilidades investigativas en los estudiantes, así como el ensayo de una evaluación pública de los conocimientos construidos”, explica la profesora Ramos Navarro.

La institución ha logrado establecer vínculos con diversas instituciones como el Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, unidad Oaxaca, el Consejo de Ciencia del estado, además de revistas de divulgación científica.

Y han efectuado más de 20 publicaciones de libros y revistas que desarrollan el marco teórico y dan cuenta de la aplicación de la propuesta educativa en diversas escuelas, así como la revista Barricada Científica.

Los integrantes del colectivo, adherido a la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), aseguran que un modelo educativo único para todo el país no soluciona el fracaso escolar, por lo que el planteamiento consiste en una propuesta pedagógica y didáctica construida por los propios profesores del estado y con un fuerte sustento teórico pedagógico y los mecanismos que permitan hacer posible las orientaciones didácticas en las escuelas.

La Casa de las Ciencias ha estudiado y, sobre todo, diseñado una estrategia a través de la cual se promueve una alternativa en la educación, así como la alfabetización científica no solo en ciencias duras, sino también en las sociales, a través del descubrimiento y análisis de conocimientos comunitarios ancestrales que resultan cercanos a los alumnos de Oaxaca, concluyen.

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