El cómic que tienes que leer para saber de qué irá la película de Robert Pattinson
Batman: El largo Halloween sigue triunfando entre quienes se acercan a ella por primera vez gracias a una cualidad muy complicada: se hace un largo completo en esa gran laguna que es la mitología del personaje. Según la teoría que Glen Weldon expone en su sensacional ensayo The Caped Crusade: Batman and the Rise of Nerd Culture (2016), las historias protagonizadas por el Caballero Oscuro que más gustan a los turistas de Gotham City suelen ser aquellas que consideran su universo imaginario como una piscina, manejable y autoconclusiva, mientras que las que realmente seducen a los fans fatales son las que se sumergen en la vasta laguna integrada por décadas de arcos argumentales, personajes secundarios, versiones del mito e intrincada continuidad. Un gran ejemplo de piscina podría ser la trilogía de películas dirigidas por Christopher Nolan, mientras que no hay duda de que el guionista Grant Morrison decidió dedicar su etapa al frente de la serie regular de tebeos, puntuada por highlights como Batman R.I.P., a recorrerse cada recoveco posible de la inmensa bat-laguna. La primera se puede recomendar sin problemas a alguien que no sepa nada sobre el héroe, la segunda exige una serie de conocimientos previos que expulsan al profano y recompensan al verdadero creyente.
Para Weldon, hay muy pocas obras que consigan aunar lo mejor de los dos mundos. Batman: The Animated Series, emitida entre 1992 y 1995, es una de ellas: en su ejemplar Teoría del Todo cabían cuantas versiones y visiones del personaje habían visto la luz desde los años treinta, pero su transparente intención (y su objetivo más que logrado) siempre fue seducir a una nueva generación de entusiastas. Creemos que El largo Halloween podría ser otro ejemplo perfecto de esa síntesis entre accesibilidad y respeto escrupuloso a la tradición, aunque solo sea porque retrata por primera vez uno de los aspectos clave del Batverso: el momento exacto en que el crimen en Gotham pasó de estar controlado por la mafia, institución prosaica con equivalencia en el mundo real, a recaer en manos de supervillanos, o el salto cualitativo entre el delincuente común y el Joker. El personaje elegido para encarnar esa transición es Dos-Caras, por lo que, de alguna manera, la miniserie escrita por Jeb Loeb y dibujada por Jim Sale habla también de la inevitable corrupción de todo ideal en un contexto de psicopatía institucionalizada (solo Jim Gordon parece mantenerse mentalmente lejos de la desintegración en este cómic, e incluso él tiene sus momentos).
En cierto sentido, El largo Halloween podría leerse como la secuela no oficial del Batman: Año Uno que Frank Miller y David Mazzucchelli publicaron en 1987, y que relataba en clave hiperrealista los orígenes de Bruce Wayne como justiciero nocturno. Al guionista Mark Waid le gustaba hablar de las historias que se planteaban los siguientes pasos en la construcción del mito como historias de Año Dos, por lo que fue él quien le sugirió a Loeb que se centrase en los últimos años de Harvey Dent como fiscal del distrito cuando se enteró de que estaba escribiendo un cómic ambientado en esa continuidad. Sus principales referentes no provenían del mundo del cómic, sino del cine negro de la etapa clásica: películas como Hampa dorada (Mervyn LeRoy, 1931) o Los violentos años veinte (Raoul Walsh, 1939) aportaron algunas pistas estéticas y atmosféricas que los afilados lápices de Sale se encargaron de transformar en pura estilización de sombras. Cada pequeño detalle en cada pequeña viñeta cuenta una historia.
Por si fuera poco, este es uno de esos raros cómics donde las personalidades de Wayne y Batman no son compartimentos estancos, sino dos máscaras dependientes de una misma realidad. La relación de amistad entre él, Gordon y Dent se basa en un astuto plan para acabar con el crimen organizado, pero el fatalismo propio del género noir (por no hablar de las propias reglas del Señor de la Noche como arquetipo estilo Sísifo) acabará alumbrando una nueva y terrorífica forma de crimen sobre las cenizas de Carmine Falcone, amén de malogrando a la única esperanza que una ciudad sin ley tuvo de reformarse a nivel institucional. Nolan se inspiró en los puntos cardinales de El largo Halloween para poner en marcha El Caballero Oscuro (2008), película que además tuvo la astucia de leer la relación Batman-Gordon-Dent en clave de El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962). Escenas concretas, como aquella en la que el Joker de Heath Ledger le prende fuego al dinero de la mafia, beben tan obviamente de la obra de Loeb y Sale que sus nombres merecerían aparecer destacados en los créditos de la película.
Como las grandes historias de Batman siempre se repiten, el cineasta Matt Reeves ya ha anunciado que su nuevo blockbuster contendrá trazas de El largo Halloween, algo que tanto Kevin Smith como ciertas fotografías recientes de su rodaje en Londres no han hecho más que confirmar. Se trata de un caramelo demasiado difícil de desdeñar: no solo supone una excusa para reunir a un puñado de supervillanos llamativos en un mismo argumento, sino que las aventuras de Año Dos, con un héroe establecido-pero-aún-novato-en-muchos-aspectos, ofrecen aún mucho terreno que explorar para espectadores que ya se saben de memoria los orígenes de Batman, pero tampoco quieren adentrarse demasiado en la laguna. Dado que Reeves se ha visto obligado a aplazar el estreno de su propuesta, leer o releer tebeos podría ser una buena forma de aplacar nuestras ganas de ver a Robert Pattinson montado en el Batmóvil. En ese sentido, haríamos bien en añadir El largo Halloween a nuestra lista de lecturas.