El invierno es el enemigo de los revitalizados autocines

Mientras los teatros pierden, los autocines se consolidan en la nueva normalidad, o eso pensábamos.
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Julia Wiggin temblaba tras ofrecer la última función — “Ghostbusters” (“Los cazafantasmas”) y “Texas Chainsaw Massacre” (“La masacre de Texas”) — en su autocine de Northfield, cerca de Hinsdale, estado de Nueva York.

“Hace mucho frío”, dijo Wiggin una mañana helada y mojada. “Es hora de cerrar”.

Llega el invierno tras un verano histórico en el que los viejos autocinemas asomaron como una alternativa flexible que trajo alivio a la gente encerrada en sus casas por la pandemia del coronavirus. Los autocines ofrecieron conciertos, películas y se prestaron para conferencias empresariales, ceremonias de graduación, misas y hasta bodas. Los fanáticos de los Dodgers pudieron ver la coronación de su equipo en la Serie Mundial en una pantalla del estacionamiento de su estadio. Ceremonias de alfombra roja del Lincoln Center se trasladaron a un autocine. Hasta la campaña presidencial apeló a ese medio: Joe Biden programó un acto en un “drive-in” de Atlanta.

Los autocines fueron una salvación donde la gente pudo divertirse manteniendo distancia. La llegada del invierno, no obstante, trae malas noticias. Los autocines funcionan sólo cuando hay buen tiempo. No sobrellevan bien el frío y menos la nieve. Los de Texas, California y la Florida, con sus climas templados, podrán seguir operando. Pero la mayoría de los 300 autocines del país tendrán que cerrar.

Algunos tratan de adaptarse y piensan seguir abiertos. Ya están vendiendo mucho chocolate caliente.

“Creo que a la gente no le importa mucho el frío”, dijo Wiggin. “Hay gente que trae bolsas de dormir. Que no se rinde ante nada. Si ellos están dispuestos a venir, yo también lo estoy”.

El autocine de Northfield permaneció abierto otros dos meses desde la fecha en que normalmente cierra por el invierno. Pero cerró tras el fin de semana de Halloween.

Wiggin dijo que siguió operando porque en medio de la pandemia ofrecen un “importante servicio comunitario” al programar todo tipo de actividades. El domingo, por ejemplo, hubo una función de un grupo teatral que presenta obras de Shakespeare.

John Vincent, presidente de la Asociación de Propietarios de Autocines Unidos, calcula que unos 200 autocines seguían funcionando el domingo. Las películas son sólo parte del espectáculo, especialmente ahora que Hollywood no está distribuyendo cintas nuevas. Marcella Snyder, quien administra el Tibbs Drive-in de Indianápolis, dijo que normalmente organiza uno o dos eventos privados por año. Pero esta vez organizó 50 y tiene programados más en noviembre y diciembre.

“Pronostican heladas, pero la gente sigue viniendo”, manifestó Snyder, quien dijo que las ventas de chocolate caliente están por las nubes.

Los autocines operan al 50% de su capacidad para que haya distancia entre los vehículos. Por ello, sus propietarios no se están llenando de dinero necesariamente. Pero con frecuencia reciben más gente que en tiempos normales, en los que no resultan tan atractivos.

“Jugamos con la nostalgia. Me alegro del nuevo auge. Nos incorporamos al siglo XXI”, dijo Snyder. “Ha sido todo muy loco, pero lo disfrutamos mucho”.

¿Cuánto tiempo más podrán seguir funcionando? “Eso depende de la madre naturaleza”, dijo Jude DeLeonardis, propietaria del Delsea Drive-in de Nueva Jersey, con capacidad para 700 autos. “Por mí, seguiría todo el año, mientras no haya nieve ni un frío brutal”.

El Bengies Drive-In, a las afueras de Baltimore, ofrece calentadores eléctricos para usar adentro de los autos sin que esté encendido el motor. “Los tiempos modernos no se llevan bien con el monóxido de carbono”, comentó su propietario D. Edward Vogel.

Agregó que es importante que reabran las salas de cine porque sin ellas las empresas cinematográficas no distribuyen nuevas películas, que son el pan de cada día para todos.

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