El perro de Alain Delon no será eutanasiado como quería el actor

Un estilo que al final de su vida lo persiguió, entre querellas familiares, declaraciones contradictorias y polémicas sobre su carrera y las mujeres.
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Loubo, el perro pastor belga malinois del fallecido actor Alain Delon, no será sacrificado y enterrado con la estrella de cine como él deseaba, anunció este martes la Fundación Brigitte Bardot, que citó a la familia del artista, tras protestas de activistas defensores de los derechos de los animales.

“¡No se preocupen por Loubo! Muchos de ustedes nos han enviado mensajes sobre el futuro de Loubo, el perro de Alain Delon”, publicó en la plataforma X la fundación presidida por Brigitte Bardot, la exactriz francesa que se convirtió hace años en una ardiente defensora de los animales.

“‘Tiene su hogar y su familia’, nos confirmaron los allegados de Alain Delon, quienes cuidarán de él. Loubo, por supuesto, no será sacrificado'”, añadió esa fuente.

En 2018, Alain Delon había expresado su deseo de que el animal lo acompañara en su lecho de muerte.

Loubo es “un pastor belga al que amo como a un hijo. Si muero antes que él, le pediré al veterinario que nos vayamos juntos. Le dará una inyección para que muera en mis brazos. Prefiero eso a saber que morirá de pena sobre mi tumba”, confió el actor a Paris Match.

Alain Delon falleció el domingo a los 88 años. Sus hijos, que anunciaron la noticia a AFP, mencionaron específicamente al can en su mensaje.

“Alain-Fabien, Anouchka, Anthony, así como Loubo, tienen el inmenso dolor de anunciar la partida de su padre”, se leía en el mensaje.

Dos de los hijos de Delon publicaron en las redes sociales por primera vez desde su muerte. Anthony Delon publicó tres fotos de su padre cuando era más joven con el mensaje “RIP Papa”.

El hijo menor de Delon, Alain-Fabien, publicó fotos de coronas de flores dejadas afuera de la casa de Delon en Douchy, en el centro de Francia, donde murió.

Bofetadas y pasión por la Virgen María

Delon también compartió rodajes con Jane Fonda, Annie Girardot, Claudia Cardinale, Marie Laforêt, Jeanne Moreau, Simone Signoret y Catherine Deneuve.

Pero las feministas lo consideraban “racista, homófobo y misógino”, según el panfleto que circuló cuando el actor recibió una Palma de honor en el Festival de Cannes de 2019.

“¿Dije alguna vez que había abofeteado a una mujer? Sí. Y debería haber añadido que he recibido más bofetadas de las que he dado. En mi vida nunca he acosado a una mujer”, se defendió Delon.

La primera a la que rinde homenaje es a su madre Edith, apodada Mounette, quien lo trajo al mundo en 1935.

En una entrevista a finales de 2018 también mencionó “una pasión loca” por… la Virgen María.

En la década de 1950, dos jóvenes fueron clave en su camino al estrellato: su compañera Brigitte Auber lo presentó a Michèle Cordoue, esposa del director Yves Allégret.

Michèle Cordoue será su amante. “Ella me impondrá ante su esposo, y él me dará mi primer papel en ‘Quand la femme s’en mêle’ (1957)”, recordaba Delon.

Romance con Romy Schneider

Alain Delon vivió luego un romance apasionado con una joven actriz nacida en Viena y que llegó a Francia para deshacerse de la etiqueta de “Sissi”: Romy Schneider, a quien conoció durante el rodaje de “Christine” (1958).

Al año siguiente se comprometieron. Él tenía 23 años, ella 20. Durante cinco años fueron amantes “terribles” y “magníficos”.

En 1964, el actor dejó a Romy para irse con Francine Canovas (conocida profesionalmente como Nathalie Delon), con quien se casó (su único matrimonio) y con quien tuvo un hijo, Anthony, nacido ese mismo año.

Pero un vínculo indestructible seguiría uniendo a Alain Delon con Romy Schneider: la actriz acude a él, devastada, el día en que tiene que enterrar a su hijo de 14 años, David, en 1981.

Cuando ella murió, un año después, Alain Delon le escribió: “Je t’aime, ma Puppelé” (“pequeña muñeca” en alemán).

El actor, que prefería el término “encantador” a “seductor” porque “la seducción está hecha de cálculos, a diferencia del encanto”, tuvo otras conquistas.

Se conocen sus relaciones con la cantante Dalida, con Maddly Bamy (futura compañera de Jacques Brel) y Nico, que tocaba en la banda Velvet Underground.

El hijo de Nico, Ari Boulogne (nacido en 1962 y fallecido en 2023) afirmó durante toda su vida ser hijo de Delon. Una paternidad que nunca fue reconocida por el actor.

Luego Alain Delon compartió su vida con Mireille Darc de 1968 a 1983.

“Ambos sufrimos un verdadero fracaso, no pude tener hijos”, confesó ella.

“Ella fue la mujer de mi vida” y, “sin ella, yo también podría irme”, dijo Delon tras la muerte de su excompañera en 2017.

Después de un romance con la actriz Anne Parillaud, Delon vivió, desde finales de la década de 1980 hasta 2001 con la neerlandesa Rosalie Van Breemen.

La pareja tuvo dos hijos en 1990 y 1994, Anouchka (su favorita, a menudo descrita como la “mujer de su vida”) y Alain-Fabien.

Pasados los 80 años, Alain Delon se retiró a su propiedad en Douchy (Loiret) junto a Hiromi Rollin, presentada como su dama de compañía pero que se describía a sí misma como su pareja. Hasta que los hijos del actor la expulsaron en el verano de 2023, acusándola de maltrato.

Bajo el ala de Visconti

Nacido el 8 de noviembre de 1935 en Sceaux, cerca de París, Delon tuvo una infancia inestable tras el divorcio de sus padres, seguida de cuatro años de guerra en Indochina como infante de marina.

De regreso en París, multiplicó empleos ocasionales en una zona del mercado central de la capital frecuentada por proxenetas, prostitutas, homosexuales y maleantes.

“He tenido muchos contactos con el gangsterismo, hasta lo rocé con los dedos”, confesaba en 2021. Pero “siempre preferí los policías”.

Su recia elegancia, mirada azul y “rostro de ángel” -uno de sus apodos- no pasaban inadvertidos en el distinguido barrio parisino de Saint-Germain-des-Près que comenzó a frecuentar.

El cineasta Jean-Claude Brialy cayó bajo aquel encanto y lo invitó al Festival de Cannes.

En 1957 debutó en la pantalla en “Quand la femme s’en mêle”, de Yves Allégret, antes de convertirse en intérprete de uno de los más grandes, Luchino Visconti.

El director italiano será el verdadero pigmalión del joven actor, cuya inteligencia y potencial supo detectar y desarrollar.

“Rocco y sus hermanos” y “El gatopardo” serán dos cumbres en la carrera de Delon. En Italia, actúa en “El eclipse” (Michelangelo Antonioni) antes de componer papeles memorables para Jean-Pierre Melville en “El círculo rojo” y “Le Samurai (El silencio de un hombre)”.

En el teatro, se le vio en “Lástima que sea una p…”, puesta en escena por Visconti. La coprotagonista se llamaba Romy Schneider y fue el principio de una larga relación con la joven actriz austríaca.

Con “Borsalino”, de Jacques Deray, alcanzó en 1974 uno de los triunfos más grandes de su carrera junto a Jean-Paul Belmondo, al que despidió, conmovido, el 10 de septiembre de 2021, cuando se celebró el funeral de este otro monstruo del cine francés.

Algunos realizadores exploraron con éxito sus facetas más complejas.

Para Joseph Losey fue el enigmático protagonista de “El otro señor Klein” (1976) y Volker Schloendorff lo convirtió en barón de Charlus, el inasible aristócrata homosexual de “Un amor de Swann” (1984), adaptación de la obra de Proust.

La amistad con Carlos Monzón

Alain Delon diversificó sus actividades: como director, rodó “Por la piel de un policía” (1980) y “Cerco de muerte” (1983). Incursionó en la cría de caballos de carrera y fue un apasionado del boxeo.

De esa fascinación por el turbio y violento mundo de las veladas pugilísticas nació la relación con el argentino Carlos Monzón, de quien organizó varias peleas en Francia.

La amistad viril durará para siempre, al punto que Delon lo visitó en Argentina en la cárcel donde el excampeón cumplía una pena por el homicidio de su esposa, antes de morir en un accidente de automóvil en 1995.

En 1978, Delon creó con éxito su propia empresa de productos de lujo.

Aficionado al arte, coleccionaba esculturas, botellas de grandes vinos, relojes.

En 2002, tras su separación de Rosalie, no ocultó su depresión, evocando incluso la idea del suicidio.

En años siguientes sus apariciones públicas se volvieron cada vez menos frecuentes, puntuadas de declaraciones que acentuaron su aislamiento, a favor de la pena de muerte y la extrema derecha o contra el matrimonio homosexual.

“No me gusta el mundo actual”, decía este hombre, padre de tres hijos.

Esos hijos, Anthony, Anouchka y Alain-Fabien, protagonizaron a finales de 2023 un embrollo judicial, acusándose mutuamente de desatender la salud de su padre.

Los tres presentaron sendas demandas ante la justicia.

Y al mismo tiempo, la dama de compañía del actor en sus últimos años, Hiromi Rollin, también fue objeto de una querella de los hijos, que la acusaban de aislar al padre. Ella replicó con otra demanda en su contra.

Delon nunca obtuvo un premio de interpretación en el Festival de Cannes, que decidió a pesar de todas las polémicas concederle una Palma de Oro por el conjunto de su carrera en 2019.

Notas de acordeón

A la entrada de su finca en Douchy, donde vivió sus últimos años y donde quería ser enterrado, varios admiradores acudieron el domingo a depositar flores y se declaraban “muy tristes”, mientras sonaban unas notas de acordeón.

Era “Titi el acordeonista”, quien, cubierto con un sombrero blanco, dijo haber conocido hace años a Delon y que este le pidió que fuera a tocar frente a su casa el día de su muerte.

“El baile ha terminado (…) se ha ido a bailar con las estrellas”, afirmó la actriz Claudia Cardinale, que trabajó con él en “El gatopardo”.

Delon participó en más de un centenar de películas desde su irrupción en la gran pantalla en 1957 de la mano de Yves Allégret (“Quand la femme s’en mêle”).

Era un instintivo genial. Se enorgullecía de no haber trabajado nunca su técnica y de apoyarse en su carisma, una mezcla única de belleza incandescente y frialdad quebradiza.

“No es un actor normal, Alain Delon. Es un objeto de deseo. Ni siquiera es sexy, ni masculino, ni femenino: es una belleza infernal”, destacaba el actor Vincent Lindon en un documental en 2012.

Ese magnetismo fue oro para los cineastas y muchas de sus películas son monumentos del séptimo arte.

Entre ellas, “A pleno sol” de René Clément (1960), que le dio una aura internacional, “Rocco y sus hermanos” (1960), “El gatopardo” (1963) del italiano Luchino Visconti, o “La piscina” de Jacques Deray (1969).

En esta película, Delon actúa junto a quien formó durante años una pareja glamurosa, Romy Schneider.

Un actor samurái

El cineasta más importante en su carrera fue Jean-Pierre Melville, quien lo dirigió en clásicos como “El samurái” (1967) y “El círculo rojo” (1970).

Estos roles definieron el mito de Delon, que explotaría en numerosos otras películas policíacas más tarde: el hombre de honor viril y silencioso, obligado a luchar solo contra fuerzas que lo superan.

Este personaje arquetípico inspiraría a directores de todo el mundo, como el hongkonés John Woo o el estadounidense Quentin Tarantino, a pesar de que el francés nunca se destacó en Hollywood.

Para la Academia del Cine francés, Delon “se convirtió en un icono eterno del séptimo arte, la encarnación del cine francés a nivel internacional”.

Su carrera se construyó paralelamente a la de otro monstruo sagrado, su amigo Jean-Paul Belmondo.

Fue una amistad teñida de cierta rivalidad, que brilló en pocas pero escogidas películas: “Borsalino” en 1970 y “Uno de dos” (1998).

“Él y yo somos el día y la noche”, escribió Belmondo en un libro de memorias en 2016. Belmondo era un hijo de burgueses con un estilo llano y popular. Delon, un chico de la calle que aprendió a convertirse en un príncipe.

“Alain, un día me dijo que echaba de menos a mi padre, y hoy es a usted a quien vamos a echar enormemente de menos”, reaccionó el domingo Paul Belmondo en Instagram.

El actor Delon era idolatrado en Francia, pero a menudo fue criticado y considerado antipático.

Fue amigo del líder de extrema derecha Jean-Marie Le Pen, y en repetidas ocasiones se mostró a favor de la pena de muerte o en contra de la homosexualidad, a la que calificó de “antinatural”.

Nostálgico de los años del general Charles De Gaulle, también era objeto de burlas por su ego y su costumbre de hablar de sí mismo en tercera persona.

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