Es más dañina la ‘app’ del coronavirus que beneficiosa

El Gobierno chino ha lanzado una aplicación que evalúa si los usuarios han estado cerca de algún infectado. Aunque el servicio podría reducir los contagios y aumentar nuestro conocimientos sobre la epidemia, también podría aumentar el estigma social de los enfermos y de los falsos positivos.
0
347

La aplicación del Gobierno chino que permite a las personas verificar si han estado cerca de alguien infectado con coronavirus (COVID-19) podría resultan contraproducente, según los expertos,  por dos razones: bien crea una falsa sensación de seguridad o bien estigmatiza todavía más a los infectados.

La aplicación, lanzada la semana pasada, tiene como objetivo limitar la propagación de este virus que hasta ahora ha contagiado a casi 50,000 personas y ha  acabado con la vida de más de 1.300. Pero aunque la mayoría de las críticas se han centrado en el hecho de esta tecnología resulta posible en China debido a su enorme estado de vigilancia, algunos especialistas en enfermedades contagiosas creen que se trata de otro ejemplo de tecnología lanzada sin haber prestado suficiente atención a algunos factores sociales. 

Seguridad frente a estigma

Para registrarse en la aplicación “detector del contacto cercano”, los usuarios deben introducir su número de teléfono, nombre y DNI, y escanear un código QR en sus teléfonos inteligentes. La aplicación les dirá si han estado cerca de alguien infectado, ya sean miembros de la familia, compañeros de trabajo o desconocidos del transporte público. Si se descubre que un usuario ha estado en contacto cercano y, por lo tanto, podría estar infectado o resultar contagioso, la aplicación recomienda entrar en cuarentena y crea una alerta a los trabajadores locales de los servicios públicos de salud. (Cada persona también puede verificar el estado de otras tres personas). No está claro exactamente cómo la aplicación determina dicho “contacto cercano”, aunque el periódico estatal Xinhua sugiere que se basa en datos de los servicios nacionales de transporte y de salud.

Pero como las pruebas nunca son 100 % exactas, especialmente en el caso de nuevas enfermedades, los falsos negativos y los falsos positivos siempre aparecen, advierte la antropóloga médica del Centro de Seguridad para la Sanidad Johns Hopkins (EE. UU.) Monica Schoch-Spana.

En el caso del coronavirus, hay muchos factores (desde el hecho de que las autoridades chinas no contabilizan los casos leves, que aún pueden ser contagiosos, hasta el gran número de personas rechazadas por los hospitales) que sugieren que la infección podría estar más generalizada de lo que suponen las estimaciones oficiales. Ya ha habido muchos informes de falsos negativos.

Como resultado, “no todas las personas que podrían resultar contagiosas están realmente identificadas en la base de datos”, explica Schoch-Spana y afirma que ese fenómeno podría conducir a una falsa apariencia de seguridad que provocaría que las personas bajen la guardia. Además, según ella, lo importante no es solo el contacto, sino la vulnerabilidad de cada uno. La aplicación parece no tener eso en cuenta.

Que una persona sea identificada como potencialmente contagiosa (ya sea cierto o no) también podría tener un gran efecto, debido al enorme rechazo social al virus en China, asegura el antropólogo y experto en epidemias Christos Lynteris, quien ha realizado varias investigaciones en el país. Aunque todas las enfermedades contagiosas generan un elemento de pánico moral, el estigma en China también se relaciona con la reputación, que es similar al honor y a la integridad moral. En China, el estigma de relacionarse con una persona infectada resulta intenso y contagioso, algo que no ocurre en Occidente. Eso significa que es probable que la aplicación cree una situación en la que las personas eviten a otras de forma preventiva para no verse implicadas en una “reacción en cadena de la pérdida de reputación”, explica Lynteris. Aunque este aislamiento podría ayudar a prevenir la propagación del coronavirus, también representa una forma de castigo social. Lynteris incluso se plantea si esto forma parte del diseño de la aplicación: “Resulta extraño, lo cual me hace preguntarme si la estigmatización es simplemente un subproducto o en realidad fue la base de la aplicación en primer lugar”.

Datos: para bien y para mal

La aplicación sobre el contacto cercano es fundamentalmente una empresa de recolección de datos. Si alguien está marcado como posiblemente contagioso, el Gobierno ya tendría toda su información, incluido su DNI. Si eso es bueno depende, en parte, de la confianza que alguien tenga en las instituciones chinas.

Los residentes de Wuhan, la ciudad china del epicentro del brote, son tratados como apestados. Las autoridades han estado cazando a residentes de la ciudad, alentándoles a denunciarse unos a otros a cambio de recompensas, y con prejuicios tan fuertes que incluso las autoridades han pedido a la gente que muestre más comprensión. La información tan detallada de la aplicación, combinada con lo que Lynteris define como un largo historial de vergüenza pública en China, con sus “sesiones de lucha” en las que se humilla públicamente a alguien y sus reuniones en las que los ciudadanos se acusan mutuamente de haber actuado mal, pronto podría convertirse en algo negativo. Y dado que las redes sociales se han convertido en las plazas del pueblo del país, no hay un lugar más efectivo para hacerlo, explica. Aunque la aplicación no es pública, sería razonable esperar que la información pueda ser utilizada para identificar o exponer a las personas que están “ocultando” datos de contacto de los que podrían no estar al tanto.

Sin embargo, Schoch-Spana señala que esta característica también podría ser muy útil. “Los ministerios de salud de todo el mundo carecen de recursos suficientes, y especialmente durante situaciones de crisis”, sostiene. Si el Gobierno chino es capaz de usar una herramienta de comunicación para llegar a aquellos que posiblemente estén infectados, también podría llegar a aquellos que necesitan ayuda y quitaría algo de trabajo a los hospitales. También, existen medidas que el Gobierno podría adoptar para evitar los inconvenientes, destaca, como por ejemplo asegurarse de mantener el anonimato de las personas incluidas en la base de datos, aumentar la protección de la aplicación, no señalar los barrios o espacios específicos como lugares con algo riesgo de contagio,  desarrollar un servicio complementario para explicar el riesgo de exposición y ayudar a las personas a organizar trabajos de voluntariado.

Al fin y al cabo, aunque ningún otro país ha sido capaz de sacar una aplicación similar, se trata de un ejemplo del deseo generalizado de utilizar la información para “hacerse una idea big data de lo que ocurre con la epidemia”, subraya el antropólogo y experto en epidemias de Médicos Sin Fronteras Darryl Stellmach. Por ejemplo, los investigadores de Google intentaron pronosticar la gripe utilizando las búsquedas de la gente. (El resultado, Google Flu Trends, sobreestimó en más del 50 % la prevalencia de la gripe durante dos temporadas). La aplicación china parece un sueño para los epidemiólogos, algo reconfortante para las personas que quieren pensar que los expertos que usan la tecnología podrían manejar la situación. “Pero las epidemias son básicamente un fenómeno social, y se pueden utilizar medios puramente tecnocráticos para abordarlas”, sostiene.

Las herramientas como la vigilancia y los mapas epidemiológicos deben combinarse con conocimientos sobre cómo las personas reaccionan bajo presión, afirma Stellmach, y concluye: “Dudo mucho de las soluciones tecnológicas que se implementan rápidamente, en entornos donde existe una gran presión para actuar con determinación y ser visto actuando así”.

Foto del avatar

Comments are closed.