Estrena Netflix un terrible documental sobre la pesca insostenible
El nuevo documental de Netflix, Seaspiracy: la pesca insostenible, debería incluir una advertencia mayor, con letras más grandes o con una frase que englobe mejor el impacto de lo que estamos a punto de ver. Además del cartelito de “daño animal” que aparece en la esquina superior izquierda, se me ocurre un rótulo que diga “matanza animal” o “estás a punto de ver un documental que te cambiará tu dieta para siempre”. Sobre todo para los pescetarianos (personas que no consumen carnes que no sean a base de pescado), y para esos espectadores que tenemos la sensibilidad a flor de piel cuando se trata de imágenes que ilustran maltrato animal.
Seaspiracy: la pesca insostenible es un documental con intenciones claras: analizar la industria pesquera desde todas sus peores aristas. No es neutral ni imparcial, aquí el propósito es advertir y concientizar sobre el concepto aparentemente inexistente de la pesca sostenible y la destrucción del medioambiente que la pesca furtiva está provocando. Aquí se va directo al grano y es imposible quedarse indiferente.
Confieso que soy el tipo de espectador que no ve documentales de vida salvaje porque sufro muchísimo viendo las cacerías naturales de la cadena alimenticia. Por ejemplo, la típica imagen de un felino persiguiendo a un ciervo. No puedo. Es más, puedo ver todo tipo de cine de terror sin desviar la vista porque soy consciente de que es pura ficción, pero me resulta imposible ver una cacería de la vida salvaje sin terminar tapándome los ojos, saliendo de la habitación o directamente apagando el televisor. Siempre me digo a mi misma que soy consciente de su importancia y existencia, pero no necesito verlo para serlo más todavía.
Sin embargo, cuando se trata del daño humano al ecosistema y la vida salvaje; cuando se trata de animales en peligro o sufrimiento por nuestra propia actividad sobre el planeta, me armo de valor y doy al ‘play’ con la pura intención de informarme. Y así hice con Seaspiracy: la pesca insostenible, aunque reconozco que no estaba preparada para todos los datos, información e imágenes crueles sobre la vida marina que estaba a punto de ver.
Seaspiracy: la pesca insostenible parte del mismo creador de Cowspiracy: the sustainability secret, otro documental difícil de ver (también disponible en Netflix) que analizaba la actividad de las granjas factoría y su impacto en los recursos naturales del planeta, destacando la falta de atención que los principales grupos ecologistas daban al problema. Kip Andersen codirigió, coprodujo y protagonizó aquel documental, y ahora sirve de creador y productor de la nueva apuesta que recurre a la misma idea para adentrarse en la industria pesquera.
En esta ocasión, la dirección y el relato recae en un cineasta recientemente graduado que siempre tuvo debilidad por la vida marina. Se llama Ali Tabrizi y después de ver las noticias de las ballenas varadas en diferentes costas del mundo con restos de plástico en sus estómagos, se lanzó a investigar el impacto del plástico en la vida marina, solo para terminar adentrándose en un agujero sin fondo de ilegalidad, pesca furtiva, esclavitud humana y destrucción radical de nuestro planeta.
A lo largo del documental, Ali Tabrizi desvela datos tan impactantes como que “cada minuto se vierte un camión de plástico al océano”, generando los famosos micro plásticos que terminan convirtiéndose en la sopa de plástico que son nuestros mares ahora. A medida que avanza el documental, su director se adentra en diferentes áreas dentro de la industria, comenzando con la caza de las ballenas tras conocerse que Japón reanudaba su cacería comercial en 2019.
Tabrizi viaja hasta un rincón ballenero del país llamado Taiji donde “cada año se acorralan a más de 700 delfines y ballenas en una cala para matarlos”, descubriendo un lugar de secretismo, prohibición de cámaras y supuesta persecución en donde la cacería estaría más relacionada con eliminar a los animales por ser competencia directa de la industria pesquera. A través de entrevistas con activistas, el documental detalla teorías conspiratorias e información no disponible de manera directa, apoyando la veracidad de sus datos en la negativa que encuentran en las organizaciones oficiales a la hora de dar explicaciones. Son muchas las empresas e instituciones que se niegan a conceder entrevistas al documental o que, al hacerlo, dan un testimonio contradictorio que apoya aun más el mensaje conspirativo del documental.
A lo largo de su hora y media, Seaspiracy pasa de las consecuencias del plástico a la brutal caza de ballenas, a la pesca insostenible del atún, el verdadero impacto de las redes que los barcos dejan en el mar, el daño irreparable de la pesca de arrastre y la captura accesoria, además de la pesca ilegal, las factorías donde los salmones enferman por nadar en su propia suciedad y la esclavitud humana en zonas del mundo. Para, en general, llegar a las mismas conclusiones: una industria que supuestamente colabora con organizaciones y gobiernos para engañar y sacar beneficio millonario, además del tremendo impacto que toda la actividad tiene en la vida marina y, en consecuencia, en nuestro planeta. Incluyendo el futuro de la humanidad sobre la Tierra. Por aportar un dato, el documental explica la importancia que tienen las plantas marinas al almacenar hasta 20 veces más carbono por metro cuadrado que los bosques. Por ejemplo, que “el 93% del CO2 del mundo se almacena en el mar con la ayuda de plantas marinas, algas y corales”. El problema aquí es que los métodos de extracción como la pesca de arrastre arrasa con millones de hectáreas de plantas marinas al año.
Un detalle que me quedó grabado -además de unas imágenes brutales de maltrato animal y cacería sangrienta que no puedo quitarme de la cabeza- es la importancia del coral en el futuro del planeta. Y es que un estudio publicado en 2006 pronosticó que, de seguir con el mismo ritmo de pesca a gran escala, veríamos nuestros océanos vacíos en 2048. Otro dato que aporta un doctor llamado Michael Greger es que si dejamos de comer pescado conseguiríamos disminuir la ingesta de mercurio, dioxinas y bifenilos “y otros contaminantes orgánicos persistentes”. “Todos los contaminantes industriales están presente en el pescado y eso pasa porque ahí es donde acaban los contaminantes” sentencia.
Como decía al principio, Seaspiracy no es un documental imparcial. Tiene sus intenciones muy claras y cualquiera que tenga interés en el impacto medioambiental encontrará un ejemplo más que se suma al argumento. En ocasiones, las teorías conspirativas desvían el argumento pero aún así su mensaje queda claro. Sin dudas, en mi caso, dudo que vuelva a comer pescado en el futuro cercano…
Con información de la agencia ‘EFE’.