La virtualidad y el compromiso de los empleados son los cambios que permanecen

Las condiciones de trabajo de los trabajadores del sistema a distancia son las mismas que las de los trabajadores presenciales. Los inspectores de trabajo deben vigilar que los salarios sean los mismos que los de los demás trabajadores.
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Una de las consecuencias más evidentes que dejó la pandemia es el fuerte incremento del trabajo a distancia, que en muchos casos ha llegado para quedarse. Esta modalidad impone a las compañías nuevos desafíos, uno de los cuales es indudablemente encontrar la manera de mantener el compromiso de los empleados ante la falta de un lugar que los reúna físicamente.

En primer lugar, es fundamental ser capaces de generar confianza en este escenario, todavía novedoso. Para ello hay que proporcionar a los colaboradores proyectos y objetivos que atrapen su interés y les aporten valor añadido, mostrarles posibilidades de desarrollo, estar accesibles para responder a cualquier pregunta pese a la distancia, seguir delegando tareas y hacerlos sentir parte.

También cobran una importancia mayor el reconocimiento y la empatía. Por ejemplo, agradecer, felicitar o alentar. Los managers deben escoger y utilizar las palabras adecuadas para manifestar su interés y preocupación por los empleados, a fin de evitar el riesgo de deshumanización que pudiera ser inherente a la distancia geográfica que caracteriza al teletrabajo.

La empresa debe promover además la transparencia con sus empleados, manteniéndolos informados permanentemente de lo que sucede, sobre todo teniendo en cuenta que la situación de teletrabajo es especialmente propicia para que surja la incertidumbre si esto no se logra.

Otro aspecto clave es la búsqueda del equilibrio entre autonomía y seguimiento del trabajo de los empleados, que también es diferente cuando la labor se realiza de manera virtual. En ese sentido, la comunicación pasa a cumplir un rol primordial.

Debemos saber todo el tiempo si cada colaborador entiende cuáles y cómo son las tareas que se van a realizar, asegurarnos de que los plazos se vayan a cumplir, enterarnos si el empleado encuentra alguna dificultad inesperada o si, por el contrario, necesita menos tiempo de que previmos.

La tecnología es esencial en este caso, lo mismo que tener disponibles todas las vías de comunicación para optar por la más adecuada para cada circunstancia: el correo electrónico, la llamada telefónica, el mensajero instantáneo, la videoconferencia o el chat de la empresa, entre otras.

Finalmente, es importante continuar involucrando a los empleados en el desarrollo de la compañía, incluso de forma remota, para lo cual existen varias soluciones:

  • Permitir que tomen la palabra en las redes sociales de la empresa, por ejemplo, a través de presentaciones detalladas de cada uno.
  • Sugerir que algunos de ellos se conviertan en embajadores (programa “employee advocacy”) de la empresa en las redes sociales, difundiendo contenidos y hablando en alguna ocasión sobre temas específicos.
  • Crear una red social de la empresa para que cada empleado pueda expresarse y mantenerse informado de los próximos proyectos.

En definitiva, cada acción, cada actividad, cada iniciativa, deben apuntar en la misma dirección y alinearse tras los mismos objetivos: estrechar los lazos, evitar el aislamiento, promover el trabajo colaborativo, fomentar el trabajo en equipo y reforzar el vínculo que la distancia podría desgastar.

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