Llegó el momento de terminar con ‘El cuento de la criada’
Nunca creí que lo diría como fan de El cuento de la criada, pero no hay más remedio, llegó la hora de terminarla. Es más, creo que debería haber alcanzado su conclusión en la cuarta temporada recientemente finalizada en HBO. Si bien la serie feminista distópica del momento ha conseguido avanzar la trama de una vez por todas, sacando a su protagonista de Gilead y dando un giro radical a golpe de traumas y venganza, la cuarta temporada evidenció que la serie alcanzó el desgaste definitivo, exprimiendo tanto sus elementos más extremos que le queda muy poco por contar.
Teniendo en cuenta que estamos ante una serie que dejó huella desde un principio, desde la originalidad de su historia a la magnífica ejecución artística, lo mejor para El cuento de la criada y su legado en la historia televisiva, es que termine de una vez por todas.
He seguido El cuento de la criada desde el estreno de su primera temporada en 2017. Había leído la novela años atrás y, como muchos espectadores, me quedé prendada con la expansión dramática que la serie hacía de las páginas escritas por Margaret Atwood. La ficción arrasó en los premios Emmy y los Globos de Oro, y se convirtió en uno de los temas de conversación más apasionantes entre seriéfilos del mundo gracias a una narrativa centrada en un EE.UU. liderado por una revolución machista y violentamente misógina.
Durante las tres temporadas iniciales, la serie dejó huella empoderando a las mujeres a base de inteligencia y valentía a través del papel de June Osborne, una especie de sirvienta esclavizada por las normas de Gilead, forzada a la violación mensual por el matrimonio de la casa donde vivía con la intención de procrear. Su rabia y sed de venganza fueron in crescendo cada año, convirtiéndose en un símbolo de esperanza para otras mujeres como ella, pero sufriendo torturas, humillaciones y la pérdida de su hija en el camino.
Al final de la tercera temporada, la serie elevaba su arco dramático hiriendo a la protagonista pero consiguiendo que decenas de niños lograran escapar de esas tierras oprimidas por el machismo, como había hecho previamente con su segunda hija fruto de su relación con el chófer. De esta manera, la cuarta tanda estrenada este año retomaba la historia desde ese punto, con June todavía prófuga, en recuperación y buscando la manera de mantenerse con vida en secreto mientras mantenía la esperanza de recuperar a su hija.
Reconozco que mientras muchos medios y espectadores criticaban el inicio de la serie tachándolo de lento o de repetirse en su idea, tuve la confianza en que simplemente estaba siguiendo el mismo tono de cada temporada, que suele arrancar a ritmo lento para llegar al clímax definitivo en el último episodio. Y en cierto sentido no me equivocaba. Vimos a June huir, ser apresada y torturada, ver a su hija por fin, escapar de nuevo y sufrir la pérdida de sus amigas mientras su rabia no dejaba de crecer. El trauma y el enfado atroz de lo vivido por ella y otras mujeres se habían apoderado ya completamente de ella.
Y de repente la serie dio un giro que otorgaba nueva luz justo cuando comenzaba a repetirse otra vez (ya he olvidado las veces que June escapó o lo intentó, volvió y escapó de nuevo). En su huida se topó con su amiga Moira, refugiada hace tiempo en Canadá, y así lograba pedir asilo en el país vecino para reencontrarse de una vez por todas con su marido y su segunda hija. Sin embargo, el trauma es una nube que no la deja ver más que al pasado. El reencuentro con otras criadas sufridas como ella, y sobre todo con el matrimonio de sus pesadillas -el comandante Fred Waterford (Joseph Fiennes) y Serena Joy embarazada (Yvonne Strahovski)- removió esa rabia todavía más, convirtiéndola en un arma letal para cualquiera que se cruzara en su camino. Sin embargo, es la inmunidad que consigue la pareja lo que termina por colmar el vaso del odio de June.
¡Atención Spoilers!
La cuarta temporada terminó con esa venganza consumada. Vomitando su rabia contra Serena y asesinando a Fred Waterford junto a otras criadas como animales rabiosos. A patadas y golpes, ensangrentándose y destruyendo su cuerpo. Ahora, June debe escapar de nuevo convertida en otro tipo de persona. El trauma la convirtió en alguien que no era, abusiva incluso, egoísta en su dolor y con la venganza como bandera única de su vida.
Sin embargo, la serie volvió a dejar la puerta abierta a otra temporada donde veríamos a June huyendo de nuevo. Probablemente incluso intentando volver a por su hija, quizás con ayuda de Nick, el padre de su segunda hija y el que remueve cielo y tierra por ayudarla como sea, y es que a ellos les une la experiencia compartida, algo que no tiene con su marido. Pero cuando veía el final de la temporada no podía dejar de pensar “por favor, basta”. ¿Cuánto más va a huir June? ¿Cuántas torturas y sufrimiento más tendrá que pasar para que finalmente llegue su redención definitiva?
Elisabeth Moss creó escuela en la creación de un personaje desgarrador, con arcos dramáticos cargados de una rabia que traspasan la pantalla, pero me cuesta creer que a June todavía le quede más por dar. Con el personaje llegando por fin a Canadá, la serie debería haber aprovechado para terminar la historia, darle la paz que el personaje necesita de una vez por todas tras la muerte de Fred Waterford y dejar que el gobierno autoritario de Gilead se consuma en su propia inmundicia.
El creador de la serie, Bruce Miller, ha dicho recientemente a The Wrap que no sabe si la quinta temporada será la última, que dependerá de los caminos que tome el personaje. Pero yo no puedo evitar sentir cierta decepción ante esas declaraciones. Creo que es hora de decir adiós, de cerrar el ciclo antes que el desgaste termine por dejarnos otro serie hundida por culpa de la expansión innecesaria. Es probable que quiera terminar la historia con June por fin recuperando a su hija y con el fin de la existencia de Gilead, pero para eso tenemos que comernos más huidas y complots imposibles con June siendo torturada, apresada y liberada como han hecho hasta ahora. Quizás me equivoco y sorprenden. Quizás el asesinato de Fred Waterford la haya cambiado, pero tras tanto sufrimiento lo dudo. Y es que aunque me encante esta serie, no creo que pueda seguir viendo más de lo mismo otra temporada más.