Música, un estímulo sonoro creado por necesidad
Cada una de las capacidades sensoriales con las que contamos los seres humanos aportan a la percepción que tenemos del entorno, además, nos permiten interactuar e identificar situaciones cruciales para nuestro desarrollo cotidiano dentro de la sociedad.
En el caso de la audición, su función afecta de manera directa en actividades que van desde la comunicación verbal hasta la creación y ejecución de artes como la música, expresión fundamental en distintas culturas alrededor del mundo.
Durante la presentación del diálogo Estímulos sonoros, en el marco de la segunda edición de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el maestro en composición Víctor Ibarra comentó que la música es algo “totalmente ficticio”, creado para satisfacer una necesidad de comunicación a través de ciertos sonidos.
Por otro lado, la definición de música puede variar entre un individuo y otro, pero en general, para que un conjunto de sonidos sea considerado música, debe estar estructurado con tonalidad, ritmo y timbre.
Cuando una persona recibe un estímulo sonoro, como la música, este es captado por el pabellón auricular, viaja por el oído medio y llega a la membrana basilar —parte del oído interno que nos permite identificar sonidos con distintas frecuencias—, donde conecta con el nervio auditivo; a partir de ese momento, el sonido es procesado por el sistema nervioso.
En el sistema nervioso, detalles del sonido, como la dirección de donde proviene y la regulación del volumen, son posibles gracias al trabajo de ciertas neuronas encargadas de conducir el estímulo sonoro hasta la corteza auditiva, ubicada en el lóbulo temporal del cerebro. La activación del planum temporale —zona del cerebro humano ubicada en la corteza secundaria— es una de las respuestas fisiológicas al escuchar música, aunque otras partes del cerebro, como la corteza motora y la corteza sensorial, también se activan ante este estímulo.
La interpretación de la música como algo placentero depende en gran medida del ritmo y la repetición en su composición, pues mientras más “predecible” sea una pieza musical, el cerebro se sentirá “más cómodo” y la clasificará como agradable. Esta característica también influye en que una canción sea identificada como “pegajosa”, en términos coloquiales.
Anhedonia es el término utilizado para referirse a un estado psicológico en el cual las personas que lo padecen son incapaces de experimentar placer ante estímulos que habitualmente son considerados como placenteros. En este sentido, existen quienes son insensibles al efecto que pueda causar en ellos escuchar alguna melodía.
También existen personas incapaces de diferenciar entre música y cualquier otro sonido, es decir, no distinguen los ritmos o tonos que la constituyen y, por lo tanto, no pueden interpretar el mensaje musical completo.
Por otro lado, la música es utilizada en diversas terapias para pacientes con dificultades motrices o autismo, quienes tras someterse al tratamiento en cuestión, presentan avances en su estado de salud integral; sin embargo, permanece la duda de si la mejoría en estas personas es el resultado de la sola exposición a este arte.