Queman más de 5,000 cómics de Tintín, Astérix y Lucky Luke por considerarse racistas en Canadá
La quema de casi 5,000 libros en escuelas de Canadá, entre ellos cómics de Tintín, Astérix y Lucky Luke, por considerar que propagan estereotipos sobre los indígenas, ha reabierto el debate sobre si estas historietas antiguas caían en el racismo y deberían ser ahora prohibidas o modificadas.
Los hechos tuvieron lugar en 2019 y han salido a la luz ahora gracias a una investigación de la cadena pública Radio-Canadá, en un momento en que el país todavía trata de recomponerse del hallazgo de más de un millar de tumbas sin marcar en terrenos de antiguos internados para niños indígenas. Según las informaciones del citado medio, la comisión realizó la purga de los libros por contener imágenes racistas y discriminatorias e incluso una serie de ceremonias de quema de las mismas como “gesto de reconciliación”. La mayoría de las obras fueron enviadas al reciclaje.
Canadá está inmersa en un proceso de enfrentamiento con su pasado racista y con el genocidio cultural que practicó con sus habitantes originarios, y que incluye el reciente descubrimiento de los restos de centenares de niños indígenas canadienses en una antigua residencia escolar en el que los aborígenes fueron internados a la fuerza durante casi 80 años.
Una asociación de escuelas canadienses de habla francesa ha decidido retirar 5,000 libros infantiles de las estanterías de su biblioteca al considerar que “mostraban prejuicios contra los pueblos indígenas”. Entre los títulos en llamas: Tintín en América, Astérix en América, tres álbumes de Lucky Luke… pero también se encuentran novelas y enciclopedias.
Durante una ceremonia, se quemaron algunos libros en una de las escuelas para trabajar por la reconciliación, según reveló Radio Canadá. Los partidos políticos no han dudado en denunciar esta ‘caza de brujas’ nada más que descubrir el suceso.
En un vídeo dirigido a los estudiantes se explicaba el proceso para enterrar las cenizas del racismo, la discriminación y los estereotipos, con la esperanza de que crecer en un país inclusivo en el que todo el mundo pueda vivir de manera próspera y segura. Había otras ceremonias previstas por esas fechas, pero no pudieron celebrarse debido a la pandemia.
“Se trata de un gesto de reconciliación con las primeras naciones y de una apertura hacia las otras comunidades presentes en la escuela y en nuestra sociedad”, ha justificado a la radio nacional Lyne Cossette, portavoz del consejo escolar de esta asociación, en referencia a esas obras que califica de “contenido anticuado e inapropiado”.
Ante esta polémica, el grupo de escuelas anunció que suspendía la destrucción de otros casi 200 ejemplares que estaban siendo evaluados, según admitió la junta.
Esta revelación ha acontecido en un momento en el que el país se ve sacudido por la exposición de una parte oscura de su historia y una política de asimilación forzosa de las primeras naciones. Por lo tanto los líderes de los principales partidos han reaccionado ante este evento. Todo esto, muy cerca de las elecciones del 20 de septiembre.
“Nunca estaré de acuerdo con la quema de libros”, ha afirmado el Primer Ministro Justin Trudeau, pero ha destacado la importancia de la reconciliación con los indígenas. Erin O’Toole ha prometido que el gobierno conservador estará comprometido con la reconciliación, aunque ha asegurado en Twitter: “el camino de la reconciliación no pasa por derribar Canadá. Condeno enérgicamente la quema de libros”. El líder del Nuevo Partido Democrático (NDP, izquierda), Jagmeet Singh, cree que “hay que cambiar el enfoque de la enseñanza de los niños”.
Entre las obras retiradas se encuentran Tintín en América, que según el informe elaborado incurría en un “lenguaje inaceptable” y una “representación negativa de los pueblos aborígenes”; Ásterix y los indios, por “desarrollar lo que se llama salvajismo sexual, una imagen de las mujeres indígenas como mujeres fáciles”; o tres ejemplares de Lucky Luke por “desequilibrio de poder”, es decir, por representar a los aborígenes como los malos.
Candá aún se tambalea tras el descubrimiento de cientos de tumbas de niños aborígenes cerca de los internados católicos. Decenas de miles de niños nativos, inuit y mestizos fueron ingresados a la fuerza en estas instituciones desde finales del siglo XIX hasta la década de 1990, alejados de sus familias y su cultura. Miles de personas nunca volvieron.
Las polémicas con los cómics
No es la primera vez que estos relatos se enfrentan a acusaciones de racismo. Los cómics de Astérix, por ejemplo, han experimentado modificaciones en la representación de personajes negros (rebajando el color y el tamaño de sus enormes labios rojos) al ser reeditados en EE. UU. en 2020, según afirmó la editorial Papercutz.
Por su parte, “Tintín en el Congo” fue llevado a los tribunales en Bélgica por un ciudadano congoleño que reclamó, sin éxito, restricciones a la distribución de la obra.
La demanda fue desestimada por una sentencia que descartaba que el contenido de la obra pudiera ser considerado “racista” en el contexto de su época. “El cómic no era racista en 1931 (cuando fue publicado por primera vez), aunque sí pueda serlo a la luz de la mentalidad actual”, explicaba el abogado defensor de la editorial.
Tampoco aceptó el tribunal incluir, como reclamaba el demandante, un texto de advertencia sobre el contenido, algo que sí ocurre con este cómic concreto en Reino Unido por decisión judicial.
Añadir un mensaje explicativo sobre el contexto histórico es una de las soluciones que se ha encontrado a la lectura o visionado de obras que suponen un choque para la mentalidad actual al reflejar los estereotipos de la época en que fueron concebidas.
Es el caso de la plataforma HBO, que añadió como introducción de “Lo que el viento se llevó” (1939) la explicación de la doctora universitaria y especialista en cine Jacqueline Stewart (Universidad de Chicago). A su juicio, “este drama épico de 1939 debe verse en su forma original, contextualizarse y debatirse”.
“El tratamiento del mundo a través de la lente de la nostalgia niega los horrores de la esclavitud y su legado de desigualdad racial”, admite esta experta. Pero cree no obstante “importante que las películas clásicas de Hollywood estén disponibles en su forma original”.
Del mismo modo, otras compañías como Disney incluyen la etiqueta “este programa se presenta como se creó originalmente, puede contener representaciones culturales obsoletas” en clásicos antiguos que contienen guiños y detalles que bajo la mirada del siglo XXI pasarían por racistas y desfasados.
Es paradigmático el caso de “El nacimiento de una nación” (1915), de D.W. Griffith, una obra maestra por sus logros cinematográficos cuya proyección ha llegado a ser cancelada en varias ocasiones en EE. UU. por glorificar a la organización xenófoba blanca Ku Klux Klan y mostrar a los negros como los malos o los tontos de la película.
Pero no es necesario remontarse a décadas atrás para encontrar ejemplos de racismo en piezas culturales y en los últimos tiempos ha generado controversia, por ejemplo, el uso de términos como “nigger” (negro) por parte de raperos estadounidenses, ajenos a que esta palabra, por su pasado racista, aún hiere a muchos afroamericanos.
Otro ejemplo polémico puede encontrarse en el grupo de rock Guns N’Roses, que omitió de la reedición de 2018 de “Appetite for Destruction” (1987) la canción “One in a Million”, en la que el cantante Axl Rose arremetía tanto contra “policías y negros”, como contra “inmigrantes y maricones” que iban a su país a “expandir alguna puta enfermedad”.