Si las altas esferas tuvieran buenas intenciones en Die! Die! Die!

No nos gusta admitirlo, pero este es un mundo malvado en el que gente malvada hace cosas malvadas constantemente. Por suerte hay un conciliábulo secreto dentro del gobierno de los Estados Unidos que trabaja al margen de nuestro sistema normal para influir en asuntos mundiales con asesinatos selectivos.
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The Walking Dead terminó de publicarse y Robert Kirkmam tiene que dedicar su tiempo a nuevos proyectos. Planeta Cómic edita los primeros ocho números de Die! Die! Die!, la nueva colección que, junto a Scott M. Gimple como coargumentista y Chris Burnham como dibujante, busca mostrar una cara “amable” de ciertos estamentos.

Cambio de rumbo, giro de timón de ciento ochenta grados y a continuar navegando por las viñetas. Eso es lo que nos plantea Robert Kirkmam en su nueva obra, que abandona el drama y el tono más solemne de The Walking Dead u Oblivion Song para dar paso a una desenfrenada diversión en un entorno alocado. Resulta difícil imaginar un departamento dentro del gobierno de cualquier país que tenga como propósito mejorar, de forma sincera, las vidas de sus conciudadanos. Un proceso complicado que encuentra forma en el universo de las viñetas y que no deja indiferente a nuestra sonrisa.

El planteamiento de Die! Die! Die! es totalmente irreverente, no busca siquiera dictarnos una rectitud moral pues sus protagonistas están lejos de cumplir con cualquier estereotipo riguroso. El fin justifica los medios aunque eso suponga llenar paredes y paredes con litros y litros de sangre. Los protagonistas valen mucho más por sus múltiples defectos que por sus virtudes, más allá de un manejo extraordinario de artes guerreras múltiples que les colocan en la cima de una montaña a la que no se llega sin ciertas habilidades muy desarrolladas. Estamos ante un comic de agradable y ágil lectura pero que no resulta de lo más amable precisamente.

Para esta nueva aventura, repleta de momentos muy entretenidos, Robert Kirkman ha contado con la colaboración de Scott M. Gimple, uno de los guionistas de la serie de televisión de The Walking Dead. Ambos, junto al dibujante, del que hablaremos más adelante, aparecen como creadores de la serie con Kirkman como guionista y Gimple como coargumentista. No sabemos cuál es la aportación exacta del segundo, pero la calidad de la temática utilizada y su implicación familiar son un acierto y una apuesta segura adornada de disparos, explosiones y puñetazos por doquier.

Por eso nos encontramos ante una colección que promete hacer el bien aunque sus protagonistas se dediquen justo a lo contrario, por lo que lo mejor es hacerse a un lado y no resultar señalados por ellos, ya que es una forma prácticamente segura de morir. Aprovechar los entresijos de una organización secreta dentro del gobierno de los Estados Unidos de América también nos coloca en el camino de la rivalidad entre diferentes agencias gubernamentales y las luchas internas de poder por hacerse con una mayor cuota de protagonismo y responsabilidad que al final derivan en amasar un mayor control sobre cualquier actividad.

Y para plasmarlo todo en el papel el elegido ha sido Chris Burnham, al que ya hemos podido ver trabajar para Marvel y DC Comics, siendo uno de sus trabajos más destacados la participación en la etapa de Grant Morrison en Batman: Incorporated o la autoconclusiva Nameless de Image Comics, junto al mismo guionista. Burnhan empantana todo de sangre roja que todo lo salpica, como grandes chorretones de kétchup. Su dibujo resulta espectacular por las grandes dosis de movimiento que aporta a cada escena y especialmente por algunos homenajes que se marca, al personalizar algunas caras con las de actores famosos del cine de acción. Para no perderse el momento en el que aparece un personaje que recuerda poderosamente a Jason Statham.

Die! Die! Die! es divertida, cuenta con un elenco de protagonistas único que nos van a dejar muchas perlas en bruto a cada página que pasemos y nos deja al final con un cliffhanger brutal propio del mejor showrunner que podamos imaginar. Esperemos que el segundo volumen no tarde mucho en llegarnos porque mientras tanto no vamos a dejar de mordernos las uñas por saber cómo continuará. Podemos pensar que las historias de agentes secretos están muy manidas, que poder ver lo que se cuece dentro de las oficinas gubernamentales no es nada nuevo que merezca revisitarse, pero lo que está claro es que semejante locura no podía pasar desapercibida y genera todo un nuevo mundo por explorar.

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