Un estudio revela que los videojuegos no dañan las capacidades cognitivas de los niños

La investigación tampoco vio beneficios medibles de los juegos en pantalla sobre los que se afirma que ayudan al desarrollo de los menores
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Los videojuegos han estado y están en el centro del debate sobre si son útiles o perjudiciales para los niños y adolescentes, y existen investigaciones que fundamentan ambos lados de la balanza. De hecho, desde que salieron a la luz, un día sí y otro no han saltado las alarmas sobre su influencia en el desarrollo de los niños.

Sin embargo, recientemente, un estudio de Child Development of Perspective documentaba: “La investigación existente sugiere que hay al menos 5 dimensiones en las que los videojuegos pueden afectar a los jugadores: la cantidad de juego, el contenido del juego, el contexto del mismo y su estructura y mecánica… A pesar de los viejos temores de que los malos efectos siguen al uso excesivo de videojuegos o a elecciones cuestionables de los mismos, los investigadores encontraron que esos factores importaban poco, si es que tenían alguna influencia, en la salud del cerebro de los niños”.

Pues bien, ahora llega un nuevo trabajo que corrobora los datos del estudio anteriormente mencionado, y cuyos hallazgos desafían los temores que los padres han estado escuchando durante años de que los niños que pasan horas y horas jugando videojuegos, o que eligen juegos de ciertos géneros, manifestarían resultados poco saludables en su capacidad cognitiva. Los datos han sido publicados en el último Journal of Media Psychology.

“Nuestros estudios no encontraron tales vínculos, independientemente de cuánto tiempo jugaron los niños y qué tipo de ellos eligieron”, dijo Jie Zhang, de la Facultad de Educación de la Universidad de Houston (EEUU) y miembro del equipo de investigación.

Para llegar a las conclusiones, los investigadores examinaron los hábitos de videojuegos de 160 estudiantes preadolescentes de escuelas públicas urbanas diversas (70% de hogares de bajos ingresos), lo que representa un grupo de edad menos estudiado en investigaciones anteriores. Los estudiantes participantes informaron que jugaban con videojuegos un promedio de 2.5 horas diarias, y los jugadores más empedernidos del grupo dedicaban hasta 4.5 horas cada día.

El equipo buscó una asociación entre los juegos de los estudiantes y su desempeño en la prueba de habilidad cognitiva 7 estandarizada, conocida como CogAT, que evalúa las habilidades verbales, cuantitativas y no verbales/espaciales.

“Los resultados no muestran una relación directa entre jugar y el rendimiento cognitivo, a pesar de lo que se suponía”

Se eligió CogAT como una medida estándar, en contraste con las calificaciones informadas por el maestro o las evaluaciones de aprendizaje autoinformadas en las que se han basado proyectos de investigación anteriores. “En general, ni la duración del juego ni la elección de los géneros del mismo tuvieron correlaciones significativas con las medidas de CogAT. Ese resultado no muestra una relación directa entre jugar y el rendimiento cognitivo, a pesar de lo que se suponía“, comentó May Jadallah, profesora de la Escuela de Enseñanza y Aprendizaje de la Universidad Estatal de Illinois e investigadora principal del estudio.

Pero el estudio también reveló otro lado del problema. Ciertos tipos de juegos descritos como que ayudan a los niños a desarrollar habilidades cognitivas saludables tampoco presentaron efectos medibles, a pesar de los mensajes de marketing de los juegos.

“El estudio actual encontró resultados que son consistentes con investigaciones anteriores que muestran que los tipos de juegos que parecen aumentar las funciones cognitivas en los adultos jóvenes no tienen el mismo impacto en los niños mucho más pequeños”, detalló C. Shawn Green, profesor del Departamento de Psicología en la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU).

¿Significa esto que el mundo puede seguir jugando? Tal vez, sugiere la investigación. Pero los expertos también advierten de que el tiempo de juego alejó a los jugadores ​​de otras actividades más productivas (los deberes, para ser específicos) en un proceso que los psicólogos llaman desplazamiento. Pero, incluso en esos casos, las diferencias fueron leves entre esos participantes y las medidas CogAT de habilidades cognitivas de sus compañeros.

“Los resultados del estudio muestran que los padres probablemente no tengan que preocuparse tanto por los retrasos cognitivos entre los niños amantes de los videojuegos. Una cantidad razonable de juego debería estar bien, lo que será una buena noticia para los niños. Pero ojo con el comportamiento obsesivo”, afirmó el investigador Zhang.

“Cuando se trata de videojuegos, encontrar puntos de acuerdo sobre su uso entre padres e hijos pequeños ya es bastante complicado. Al menos ahora entendemos que encontrar el equilibrio en el desarrollo infantil es la clave, y no hay necesidad de que nos preocupemos demasiado por los videojuegos”, apostilló.

Los videojuegos han estado y están en el centro del debate sobre si son útiles o perjudiciales para los niños y adolescentes, y existen investigaciones que fundamentan ambos lados de la balanza. De hecho, desde que salieron a la luz, un día sí y otro no han saltado las alarmas sobre su influencia en el desarrollo de los niños.

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