Una gran revelación es el nuevo cómic llamado ‘El dios vagabundo’.

Eustis el vagabundo tiene unos extraños poderes de adivinación, ya que antaño perteneció a la corte de Dioniso, el dios del vino. ¡Ah, qué fiestas se pegaban! Pero los dioses lo maldijeron y ahora está condenado a compartir la cotidianidad de los humanos en un mundo tristemente desprovisto de magia.
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ECC Ediciones publica El dios Vagabundo la segunda obra de Fabrizio Dori en nuestro país, un cómic personal de aventuras y mitos grecolatinos lleno de sensibilidad y homenajes a grandes pintores modernos. Un álbum que sirve también para presentar a su autor en España tras una presentación notable como fue Gauguin: l’autre monde.

En nuestro mundo los dioses han desaparecido, los magos y brujas viven de echar cartas y hacer desaparecer conejos, la magia se desvanece. Para Eustis esto significa que se está quedando solo, lleva siglos solo, de las fiestas siguiendo a Pan y Dioniso ha pasado a beber vino y leer el futuro a los humanos para sobrevivir. Todo porque en una ocasión cometió un error y Artemisa lo expulso y apartó del mundo de los dioses. Pero ahora quiere regresar a su mundo, y un soldado fantasma y un anciano que quiere conocer a los dioses en sus últimos días le acompañan y ayudarán.

Dori se sumerge en los mitos griegos para contarnos la road movie de un héroe que no quiere ser un héroe, solo volver a casa, de un hombre que en sus últimos días quiere volver a sentir la sensación de maravilla de la juventud y a un fantasma derrotado que no quiere dejar de luchar para hacerse un nombre. La humanidad clara y definida en los personajes deja claro que estamos ante una aventura de descubrimiento para algunos, de cierre para otros, pero sobre todo una epopeya sobre ser humano, porque los dioses grecolatinos eran la sublimación de la humanidad, todo lo bueno y malo que tenemos, sin filtros y llevados al extremo.

La historia de Eustis y sus compañeros es rápida y sencilla, cumplir las pruebas impuestas, y lograr su objetivo, pero el camino se llena de recuerdos y desafíos para nuestros protagonistas, desde la guerra, la furia y el odio, hasta la añoranza y los remordimientos. Pero sobre todo, es un viaje visual. Dori expande la percepción del camino a través de estilos diferentes, el preeminente homenaje a Gauguin y Van Gogh es claro, pero también aparecen retazos de Klimt, Mucha y otros autores modernos entre las páginas de El Dios vagabundo, sin olvidar la base de la historia, el arte griego visto en vasijas y templos que cuentan las grandes epopeyas y aventuras de esos dioses tan humanos.

Un viaje a través del arte moderno, narrado a través de una especie de Odisea protagonizada por un dios caído, que recuerda con el arte clásico su vida y plasma la realidad a través de los ojos de la pintura moderna. Un viaje que a veces es rápido, a veces pausado, en el que la guerra y el amor se dan la mano con la fiesta pagana y los reproches al nuevo dios. Donde la diversión empieza y acaba, pero nos e olvida.

Los mitos griegos encierran las grandes pasiones y las grandes penas de los hombres. A través de aventuras fantásticas y dioses humanizados, de decisiones y grandes gestas, construyen a héroes y villanos que representan a los hombres y sus grandes luchas.

Adaptarlos, es hablar de las grandes historias de todos, crear nuevos mitos, es recuperar su esencia para mostrarnos que el mundo ha cambiado, pero el espíritu humano persiste siempre, y las dudas y obstáculos de antaño, con sus laberintos, hidras, leones y montes inescalables, son ahora trabajos y pandemias, redes y demagogias, la lucha por ser humanos es la misma, solo cambia la forma en la que se presenta el enemigo.

Fabrizio Dori ya había destacado con su obra Gauguin: l’autre monde en el panorama europeo, con El dios vagabundo reafirma su carácter independiente de las corrientes y su gran amor por la pintura, y sirve de presentación en España del autor. ECC Ediciones confirma así su buen hacer con los autores europeos, aunque todavía no acierta con detalles menores, en este caso no es el formato, que siempre suele ser lo que más se les critica, sino el papel, que podría ser mejor para plantear una obra con unas raíces tan pictóricas.

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